María Marta Lara (Martita, como le gusta que la llamen) e Ignacio Gutierrez son amigos desde hace más de una década.
Ignacio, Drogo y Martita
Comparten un oficio y una pasión. El resultado es genuinamente encantador: obras de arte natural que cuentan historias a través de sus materiales. Ella estudió en México para ser diseñadora floral. Él, por su parte, es bailarín contemporáneo, herrero y diseñador gráfico pero se dedicaba a la jardinería y al paisajimo. El amor por las plantas los unió.
Arreglo
“Nos aburrimos muy rápido de todo, no queremos volver a hacer lo mismo dos veces. Con las plantas eso no te pasa porque todos los días hay un brote nuevo, un crecimiento, una floración, un cambio según la estación; te sorprende constantemente. Los colores, las texturas, sería genial poder imitarlos. Y además es cuidar otro ser, poder hacerte cargo, descubrir” explican extasiados mientras recorren con la vista algunos ejemplos entre la multiplicidad de variedades que los rodean.
TEMPO
Una Marta tímida y un Ignacio más bien escénico, se autodefinen como pasionales y coáticos. “El caos es parte del motor creativo, del engrane creativo”, explican. “Arrancamos trabajando con las hojas de palma porque la cuestión de las flores acá es bastante limitada. Todo lo que la gente normalmente considera desperdicio nosotros tratamos de convertirlo en una obra. Vivimos en un mundo donde casi todo es desechable y así estamos”, reflexiona Ignacio. De la palma (obtenida de la poda conciente) reutilizan todo: las hojas, las vainas y la flor sin mediar proceso químico ninguno.
TURNER
“Van cambiando de color con el paso del tiempo. Como los seres humanos. Uno no puede pretender tener la cara ni el cuerpo de cuando tenía 18 a los 60. Con la palma y los materiales naturales pasa lo mismo y no por eso deja de ser bello, simplemente es diferente” Los tiempos de pandemia derivaron en una profunda introspección. La misma sirvió para desarrollar y ampliar horizontes. “Y en medio de eso nace el barro. Empezamos a trabajar barro por el tema de las plantas y ahí nos enamoramos” (Marta) BARRO: identidad de culturas Desde tiempo prehispánicos el barro ha sido un material que expresa las tradiciones y la visión de los pueblos. Para ellos, la exploración de este arte se volvió un disfrute que no deja de sorprenderlos e inspirarlos. La alfareria es el arte de convertir tierra en arcilla o barro y de transformar sus propiedades con el fuego. Cada pieza es distinta en cuanto a su forma y textura debido a las manos que lo moldearon; por eso su meta es revalorizar este ancestral oficio “que carece del reconocimiento que merece”. “Están sus dedos marcados en cada obra, todo lo que ves por dentro son las manos del artesano”, explican mientras señalan el interior de una de las muchas macetas, jarros y jarrones que conviven con la multiplicidad de hojas, flores y palmas en el patio del estudio Nopal.
Piezas enmohecidas y recuperadas
El alma en cada pieza “El trabajo con barro es 100 % artesanal, hasta la cocción a leña”, relatan mientras esperan la llegada de un horno y un torno, elementos que los acercarán a su nuevo proyecto vinculado a la innovación en el diseño de piezas únicas íntegramente realizadas en la generosidad de este material.
Luminaria
Nobleza y autenticidad son las palabras con las cuales Marta describió a Ignacio. Empuje y positivismo las que encontró él para referirse a ella. Desde la admiración mutua, estos artesanos sagitarianos (soñadores, pasionales) creativos y talentosos amigos conectan el arte de sus manos con la nobleza de los materiales más puros. El resultado: piezas originales con sello propio, el sello Nopal.

Carolina Samamé para Ferrocons

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